domingo, 28 de abril de 2024

NO ME PREGUNTEN CÓMO OCURRIÓ

Supongamos: pocas semanas después del 28 de septiembre de 1928, fecha en la que A. Fleming sitúa su casual descubrimiento de la penicilina, un médico, aún ajeno al hallazgo, disertando sobre las sulfamidas como base necesaria del tratamiento de las enfermedades infecciosas. Su relato, eminente meses atrás, resultaría desubicado, extemporáneo, para cualquier asistente que estuviera al tanto de la innovación que a buen seguro habría de enterrar los procedimientos médicos del pasado reciente. Como a este médico imaginario, con frecuencia se presenta ante nuestros ojos un cambio de paradigma sin que seamos conscientes ni hayamos actualizado el compendio de conocimiento para poder descifrar las nuevas claves. En el ámbito del fútbol, siempre recuerdo al narrador del partido que la selección española disputó ante la de Dinamarca en las frías tierras nórdicas el 13 de octubre de 2007.

Luis Aragonés, seleccionador entonces, consciente de que los futbolistas más destacados de aquella generación distaban de los predecesores que lustraban el apelativo de 'la Furia', propuso variar la retórica del juego a desplegar. El locutor desconocía que un pase atrás no plasmaba cobardía sino que buscaba mejor perspectiva, que la concatenación de toques no reflejaba carencia de ideas sino que pretendía abrir al rival atacando por una banda para generar desabastecimiento defensivo en la otra.

El hombre relataba mientras esos pequeños tocaban la pelota sesenta y cinco veces consecutivas sin que los daneses la olieran: «falta un poquito de nervio, un poquito de velocidad», «están todos muy parados por delante», «es posible que también España esté mirando el cronómetro». Y sin solución de continuidad, engola la voz y eleva el tono: «va a recibir muy bien Xavi, Xavi con Tamudo, que gran balón de Tamudo, Sergio Ramos, Sergio Ramos, levanta la pelota Sergio Ramos, gooool». Lo que vino después resulta de sobra conocido: más allá de títulos, el modelo embelesó, creó escuela, se expandió. Así estoy yo, como aquel narrador. Veo al Valladolid ganar de forma sucesiva y no acierto a explicarlo. Lo ha vuelto a hacer y no sé cómo. En mis ojos resalta que, tras un comienzo fúlgido, gol incluido, y una aseada primera mitad, el Huesca, inofensivo de arranque, zarandeó al Pucela y no le ha sometido por, ¿les suena?, ausencia de calidad. Algo se me escapa. El propio Luis Aragonés apuntaba que todo lo que una competición ofrece se juega en los diez últimos partidos. En el caso del Pucela podemos hablar de su arremetida clasificatoria en los once últimos: de momento, en los seis disputados de este bloque final, 16 puntos. ¿Encontraremos ahí, en entretenernos, es un decir, en el entretanto con ininteligibles decisiones encaminadas a llegar frescos al esprint el paradigma Pezzolano? Pese a no haberme enterado, así sea.

Publicado en "El Norte de Castilla" el 29-04-2024

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