martes, 30 de abril de 2002

PAUSA...POR FAVOR

No ha concluido el partido del sábado y, sin digerir, con el bocado en el esófago, ya tenemos otro plato servido para el martes. Deprisa, deprisa... El futbolista se hastía de fútbol y los aficionados, entre tanto plato, no somos capaces de separar la paja del grano. O quizá de tanto grano podemos llegar a la saciedad. Perdida la capacidad de fascinación queda el poso de la indigesta hartura. Y hartos, nuestro paladar no distingue un bocado de jamón y uno de mantequilla. Nos hemos dejado abrumar por unas circunstancias que nos arrastran hacia campos de fuerzas centrípetas capaces de expulsar al hombre a la periferia de su propio destino. Todo muy deprisa. Si paramos nos caemos como si nuestra cotidianidad fuese una bicicleta. Hemos caminado, caminamos, neuróticamente acelerados, generando riqueza para unos pocos, conformismo para otros y hambre para lo más. Recolocar al hombre en su sitio, a la cabeza de las prioridades, es el reto al que nos debemos enfrentar. Quizá ésta deba ser la reivindicación del 1º de mayo.