jueves, 7 de noviembre de 2013

LA PATA OSCURA


El lobo no había conseguido su propósito en el primer intento, pero no se dio por vencido. Caminó hasta el molino y allí pudo blanquear la pata metiéndola en un saco de harina. Ahora sí, pensó, Regresó ufano a la casa de los siete cabritillos. Una vez allí golpeó dos veces la aldaba, escuchó el estruendo de la chavalería e imposto la voz.

-Abrid la puerta hijos míos, soy vuestra madre.

Los cabritillos, advertidos tras el primer intento, desconfiaban. Antes enséñanos la pata, dijeron. El lobo les mostró la pata enharinada y las ingenuas criaturas se convencieron de que era su madre quien estaba detrás. El resto del cuento de Perrault ya lo conocemos.

En su primer intento, el ministro Wert llamó a la puerta de los ‘Erasmus’, pero estos le pidieron que enseñara la pata. Wert se la mostró. Es parda, no eres nuestra madre, le dijeron. El ministro, incrédulo, se la tuvo que mirar. Cuando comprobó que, efectivamente, su pata no parecía blanca se sorprendió.