jueves, 7 de marzo de 2019

ESTO NO ES LO QUE PARECE

Imagen tomada de 20minutos.es

No existe frase que haya sido preámbulo de más tormentas que “esto no es lo que parece”. Digo preámbulo y no desencadenante ya que esa media docena de palabras, en realidad, no desencadenan nada de nada, simplemente aparecen en el interregno entre el hecho descubierto y sus previsibles consecuencias como una torpe petición de tregua, como forma de ganar ese tiempo necesario para encontrar una excusa barata. No suele surtir efecto, lo evidente de la escena suele dejar poco margen para que el subterfugio consiga que amaine la sucesión de rayos y truenos que se ciernen sobre la sala.  Más aún, no suele surtir efecto porque la persona agraviada con lo que acaba de descubrir no se halla muy por la labor de creerse ninguna patraña. En efecto, más que por la verosimilitud de la historieta, el asunto acaba de mejor o peor forma en función de la voluntad de la persona agraviada por creerse la milonga; una voluntad que depende -entre otras cosas- de las consecuencias que crea que tenga para ella, de cómo se ajuste el relato al estilo de vida que lleva, que pretende seguir llevando.