domingo, 28 de octubre de 2012

TRIPLE CONDENA

La fuerza del fútbol, la misma que la de la vida, radica en que está lleno de imperfecciones, se juega en campo abierto y por tanto la lluvia, el aire o el frío actúan como condicionantes. Los errores son consustanciales a la propia existencia, ahí radica buena parte de su grandeza. En el fútbol hay quinielas y la vida es, como cantara Marisol, una tómbola. El árbitro forma parte de ese conjunto de factores imperfectos que afectan al desarrollo y, por tanto, más que posiblemente, al resultado final. En nuestro particular parlamento abrimos un hueco para que se siente un exponente de este colectivo vejado pero siempre imprescindible, los árbitros, un mal necesario. Nuestro protagonista debe de ser masoquista, en él se unen tres de las tareas menos apreciadas en nuestra sociedad, a la condición de  árbitro, hay que añadir que ejerce como abogado y es representante político en uno de los municipios más poblados de la provincia. Julián Rodríguez Santiago sonríe mientras recuerda y lanza una pregunta que suena a resignación ¿de qué vivirían, dice, los periódicos de no ser por nosotros?