Anda Mayra Gómez
Kemp presentando el libro de sus memorias al que ha intitulado con aquella
frase que ella misma hiciera célebre en los años ochenta del siglo pasado
(¡cómo suena eso del siglo pasado!) cuando era la presentadora del televisivo
Un, dos, tres: ‘Y hasta aquí puedo leer’. Un hasta aquí que marca un límite,
esa línea que dificulta el paso hacia el otro lado, una barrera que, cuando hay
que enfrentarse a ella, muestra una perfecta fotografía de los merodeadores.
Uno de esos ‘hasta aquí’ se encuadra en el terreno de las relaciones personales,
son esos agradecimientos debidos que impiden a quien corresponde tomar las
decisiones precisas, ya que obligarían al susodicho a prescindir de las personas
que más han contribuido a la propia carrera. Llegados a este punto existen, al
menos, dos salidas dignas: tomar las decisiones pertinentes relegando a quien
fuera un aliado imprescindible o quitarse uno mismo de en medio allanando el
camino para que otros lo puedan hacer.