domingo, 1 de diciembre de 2013

VIAJES ÚTILES

Imagino la cara de aquel joven ginecólogo que, apoyado en la barandilla del balcón, habla por teléfono con su hermano. ‘Bien, bien’, dice, ‘ha merecido la pena viajar hasta aquí’. Recordaba la primera (y única) vez que atendió un parto en su provincia, tiró con tal fuerza del niño que le ‘arrancó’ de su madre produciendo en esta una hemorragia con fatales consecuencias. Con tanto vigor tiró que, a resultas del propio impulso, el bebé se le resbaló de las manos y voló hasta que encontró un freno en la cabeza de su propio padre. Ambos murieron en el acto. Con el auricular en la mano, el médico sonreía satisfecho. Lejos, aunque no hubiera pasado tanto tiempo, quedaba aquel día en que el Colegio de Médicos le había expedientado y él decidió irse a otro lado. Ahora estaba en ese otro lado hablando con su hermano. ¿Cómo te está yendo? Bien, bien, ha merecido la pena viajar hasta aquí, ya he atendido un parto y he conseguido que sobreviviera el padre.