domingo, 4 de septiembre de 2016

EFECTO SUÁREZ


Los escasos 55 kms. de carretera que separan la vallisoletana Medina del Campo de la salmantina Peñaranda de Bracamonte se reparten casi equitativamente entre tres provincias distintas: la de origen, la de destino y Ávila, que queda en medio de ambas. Con el mismo criterio de justicia, la media docena de pueblos intermedios por los que discurre la vía se distribuyen con el mismo criterio: dos para cada provincia. Antaño, el mantenimiento de la carretera dependía de tres diputaciones que tenían la costumbre de no ponerse de acuerdo nunca. Cuando un trozo se arreglaba, resaltaba frente a los otros dos más agrietados. De esta manera, la carretera de marras era una y trina como la Santísima Trinidad: aunque solo hubiese un camino posible, este existía como tres hipóstasis diferentes. Ocurrió, al poco de que el abulense Adolfo Suárez ocupase la presidencia del Gobierno, que el arreglo correspondió al tramo de esta provincia. La nueva capa de asfalto fue de tal cariz que sobresalía varios cms. sobre el firme de los otros dos trechos. De esta forma, cuando un coche entraba o salía de Ávila, lo hacía dando un respingo. La muchachada de unos de estos pueblos, dando a entender el auspicio del presidente en las cosas de su terruño, bautizó este bote de los coches como «efecto Suárez». Hoy, tal efecto ya no existe. La calzada ha asumido las doctrinas del arrianismo, ya no son tres tramos sino una sola carretera: la CL-610 que pertenece a la red básica de la Junta. Bien está que se manifieste en tres provincias pero la vía completa goza de un mismo tratamiento.