martes, 12 de febrero de 2013

SOSIEGO ADULTO

Los niños sueñan que algún día recorreran el mundo y vivirán mil y una peripecias. Después, viene en el lote del crecimiento, muchos se tuercen, asesinan al aspirante a explorador y se conforman con un coche más grande, una casa mayor y más dinero en el banco. En otros muchos casos, al menos en momentos como este, Indiana Jones muere de muerte natural porque la retórica del final de mes emborrona la lírica. Los niños estudian y cuando abren el libro de Historia quieren ser el Cristóbal Colón o Isabel de Castilla, Catalina de Medici o Iván el Terrible, ven mapas de otros tiempos en que las fronteras nada tenían que ver con las actuales y aparecían nombres como Ribagorza o Imperio Austrohúngaro, y maldicen la quietud del presente envidiando a los protagonistas de aquellos convulsos siglos. Luego crecen y son conscientes de que están vivos en medio de una época apasionante, que no es necesariamente sinónimo de buena, en la que las líneas de los mapas bailan a ritmo de rap, no se apaga una guerra y se ha encendido otra y, a la par, el avance tecnológico ha propiciado más cambios en las formas de hacer y pensar que en varios milenios anteriores. Hasta hemos visto la renuncia de un papa, un hecho tan insólito, que el Cometa Halley ha tenido tiempo de visitarnos ocho veces desde que se produjera el anterior episodio semejante. Los niños quieren el mar con olas, cuando dejan de serlo se lavan los pies en la mar calma.