martes, 21 de noviembre de 2023

GRACIAS, ALFONSO. FIRMADO: PEDRO

Resuelto el sudoku ministerial como trámite que zanja el interminable ciclo electoral, Pedro Sánchez, satisfecho, relajado, resuelto, sonríe. Llegado hasta aquí, sin saber cómo -o sabiéndolo tan solo él: al principio del verano nadie de los demás auguraba tal desenlace- se dispone a enviar notas de agradecimiento a cuantas personas han colaborado en que lo imprevisible se haya consumado. De repente, bolígrafo en mano, papel en blanco sobre la mesa, una maldad le atraviesa la sesera: “¿Y si le mando una nota de gratitud a Mañueco?”.

Sin él, asume Sánchez, la historia se hubiera deslizado por otros caminos que difícilmente hubieran llegado a este mismo pueblo. El destino de aquel adelanto electoral del (ya lejanísimo) 2022, inducido altaneramente para desembarazarse del lastre de Ciudadanos y emerger en solitario, propició el matrimonio de conveniencia del PP con VOX. Lo que entonces se pudo entender como un hecho coyuntural armonizó la sintonía venidera. Si Mañueco, asumiendo el gobierno regional con la fortaleza que exige la debilidad, se hubiera resistido, Feijóo (con tilde en la primera ‘o’) habría encontrado argumentos para, al menos, pausar sus acuerdos voxianos tras las municipales y autonómicas del mayo pasado. El discurso diferenciador de María Guardiola, la del ‘de ninguna manera’ como preludio al ‘sí quiero’, habría tenido eco, hasta alguna credibilidad. Las huestes de Abascal, en paralelo, de haber recibido el ‘no’ de Mañueco, habrían vociferado más al admitir su intrascendente papel.