Aunque solo sea por justificarme,
primer vericueto que tomamos al ser pillados en cualquier renuncio, diré que
perderse es la consecuencia lógica de llevar caminando tanto tiempo en este
desierto llamado España. Quiero mirar hacia delante, pero solo veo un frente de
dunas que, como las puertas que describía Sabina en calle Melancolía, niegan lo
que esconden; eufemismos que suenan a ‘sí’ donde dicen que ‘no’. Lo peor, con
todo, es que sé que tras ese frente no habrá vegetación sino más frentes. A
veces, eso sí, un golpe de calor me hace perder la consciencia y creo estar en
medio de un oasis, pero siempre hay un jarro de agua que me devuelve a la
arenosa realidad.