jueves, 4 de octubre de 2012

«Endeudarse para financiar bancos que han actuado mal es absurdo»

El profesor de Economía Aplicada de la UAB Arcadi Oliveres recuerda en Valladolid que el porcentaje de población en situación de pobreza ha crecido en los últimos años en España.


El profesor de Economía Aplicada de la Universidad Autónoma de Barcelona Arcadi Oliveres ha visitado Valladolid invitado por el Área de Cooperación de la Universidad de Valladolid. Este economista, miembro de Justicia y Pau y uno de los impulsores de ATTAC, se caracteriza por el uso de un lenguaje que acerca la economía al común de los mortales. «Un dato, en 1986, Caritas publicó un informe sobre la pobreza en España y advirtió de que la pobreza afectaba a un 20% de la población, que en aquel momento era de 40 millones de habitantes. De eso hace más de 25 años. Esta pobreza existía, escondida pero existía. Ahora se ha puesto más de relieve y el porcentaje ha pasado hoy al un 26% o un 27%. La situación se ha agravado pero existía antes», apunta Oliveres.
–¿Ha hecho la banca algo distinto de lo que podíamos esperar?
–Había un elemento relativamente tramposo y era que en el mundo de la relación entre el banco y el cliente se establecían unos falsos vínculos de confianza que han sido muy rentables para los bancos y muy perjudiciales para los ciudadanos.
–Sin embargo lo que observamos es que todos los responsables de la banca salen de rositas.
–Es inconcebible que en esta situación, los bancos hayan sido ayudados públicamente y que ni un solo banquero, ni un solo responsable, haya sido procesado. Se han dado casos en otros países en los que los banqueros han sido juzgados, como es el caso de Islandia.

–Se habla de la deuda como uno de los factores que han desencadenado la crisis. ¿Hasta qué punto esta deuda es legítima?
–Endeudarse para aumentar las pensiones o las prestaciones de la Seguridad Social, me guste o no me guste, me compromete a pagar a los bancos que me hayan dejado el dinero, pero para financiar a los bancos cuya actuación haya sido incorrecta o para financiar la intervención en algo tan absurdo como la guerra de Irak, no tiene sentido, lo que hace falta es una auditoría de la deuda para saber en qué medida la deuda es legítima o inmoral. ¿Cuál es el problema?, que en agosto de 2011 los partidos mayoritarios se burlaron de la ciudadanía mediante un acuerdo para modificar la Constitución. En este acuerdo se consagraba que lo primero que hay que pagar son las deudas de carácter financiero antes que las responsabilidades sociales.
–Es experto en gastos militares ¿se están produciendo recortes en la misma medida o se siguen manteniendo los mismos gastos?
–Los presupuestos de Defensa engañan a los ciudadanos. En 2012 todos los ministerios sufrieron recortes innecesarios, el Ministerio de Defensa también pero no es así en el gasto final porque los ministerios reciben complementos de presupuestos. Hace tres semanas pude leer que tendrá un incremento de 1.800 millones de euros, esto significa que su presupuesto aumenta un 28% respecto al año anterior, esto no ha ocurrido en ningún otro ministerio.
–España, en el contexto de la Unión Europea, o la propia UE están en un proceso en el que se reinventan o mueren por inanición. ¿Es posible vislumbrar el futuro con optimismo?
–Con la actual UE no. Antes era una aspiración, cuando en mi juventud, en el franquismo, de Pirineos hacia arriba se encontraba la libertad que aquí no teníamos. Pero la verdad es que esta ilusión se ha acabado, hoy, esta UE es decepcionante.
–El mensaje no puede ser más pesimista
–Pese a lo dicho yo soy optimista, porque con la voluntad de los ciudadanos cambiarán las cosas.
Publicado en "El Norte de Castilla" el 04-10-2012

DE MUERTE NATURAL

Treinta y cuatro años no son ni muchos ni pocos, pero ven pasar mucha vida por delante. Tanta, que los que no hemos superado el umbral de los cincuenta y cinco aún no éramos adultos cuando se aprobó la Constitución que nos rige y que, hija de su tiempo, ahora parece huérfana y desvalida porque en realidad nadie la quiere.
Nació triste, fue como esa hija gestada por una pareja corroída por el desamor con el único fin de arreglar una convivencia enconada. Consenso la llamaron, un nombre que no es otra cosa que el miedo de unos a otros, el miedo a la libertad, a la diversidad de opiniones, en fin, el miedo a la democracia. Debido a su falta de cultura política, los padres prefirieron pactar los aspectos de la educación en los que podían llegar a un acuerdo y dejar para nunca lo que parecía irresoluble. En los días en que no hacía ni frío ni calor, podía salir a la calle con  gorro  y bufanda, obsequios de la abuela paterna, y esos pantalones cortos que un día le regaló el abuelo materno. Un adefesio asumido con el propósito de no discutir.