lunes, 26 de septiembre de 2011

Los caminos a Rivilla

Terminar en medio del campo o en el pueblo que no era se fue convirtiendo en un tradición. No había año que atináramos con el camino que conducía a Rivilla de Barajas. No son más de ochenta las personas que viven allí habitualmente, pero conseguían convocar a miles de jóvenes (y no tanto) durante unos festejos que no se correspondían, por exceso, con el tamaño de este pueblo abulense.
La memoria me traiciona y no recuerdo bien si las fiestas se celebraban la última semana de julio o la primera de agosto pero se celebraban, y de qué manera. A este enclave morañego se accede (o se accedía), si se va desde cualquier pueblo de la ribera del Trabancos, por uno de los caminos de concentración que parten de la carretera que une la nacional Ávila-Salamanca con Fontiveros, la cuna del místico Juan de Yepes. Uno de los caminos, pero ¿cuál? Año tras años estábamos seguros de acertar, año tras año terminábamos en medio de una tierra recién segada o incordiando a una pareja que, al amparo de la luna, había aparcado buscando intimidad a un lado de una vía por la que nadie debería circular a esas horas.