miércoles, 26 de enero de 2022

IVÁN… Y SE VAN

Será consecuencia del desgaste por abuso o que ya les parece un exceso el riesgo de encontrarse con lo que no buscan, los políticos en campaña dejaron de exhibir ante cámara sonrisas en falsete mientras besaban niños. Para fingir empatía, los tiempos les dictan el uso del disfraz, vestirse acorde a la imagen asociada al destinatario. Dado que el arranque preelectoral en Castilla y León vino envuelto en la polémica cárnica, parte de la parte diestra –por ubicación en el espectro político- ha ‘ruralizado’ su estética. Por desconocimiento o por asociación de ideas, el embozo les presentaba como el urbanita que se acerca al pueblo.

No pocos, con un punto de insidia, apuntaron una posible fuente de inspiración: los señoritos de ‘Los santos inocentes’, entendiendo que Delibes/Camus pretendieron reprobar a los dueños del cortijo. Y no, no retrataron a los ‘Ivanes’ -no al menos para cuestionarles y esperar un cambio imposible; todo lo más, se adecuarán a los tiempos que les correspondan-. Nos radiografiaron a nosotros: cada página del libro, cada fotograma de la película, muestra la docilidad, la mansa asimilación de la realidad, el espíritu servil de los sirvientes. Solo Azarías, el loco, el niño que no creció, bien que a su bestial manera, rompe con esa sumisa dinámica. Y, ojo, no por la suma de agravios, sino por un ataque a sus sentimientos, a su ‘milana bonita’. Los cuerdos, “lo que usted mande, para eso estamos”. Y entre medias, el más indigno, el ‘Périto’, siervo elevado al papel de domesticar siervos.