jueves, 23 de noviembre de 2017

BOINA SOBRE LA CIUDAD

No puedo dar una opinión de primera mano porque hace mucho que no subo a un avión, pero, si hago caso a lo que me cuentan, a Madrid, desde arriba, no se le ve. Resulta que la capital del reino aparece coronada por un gran bonete negro que le cubre toda la cabeza. En esto ha debido consistir el progreso, en el abandono progresivo de las boinas individuales para instalarse debajo de grandes chapelas colectivas. En menor o mayor medida, este manto de mierda recubre todas las grandes ciudades. Pero no nos engañemos, esa contaminación visible no es el mal, sino el síntoma de la enfermedad provocada por nuestra forma de producir y consumir. Un modelo que es inexorablemente centrípeto, requiere la concentración humana en núcleos de población inabarcables para producir más barato, a la par que conlleva la dilapidación de unos recursos energéticos y naturales de los que ya se vislumbra su fin.