Toda la materia
conocida está formada a partir de los apenas 120 elementos que existen en la
naturaleza. El carbono es uno de ellos que, además, es el padre de buena parte
de la energía no renovable que consumimos, de toda la derivada de los
hidrocarburos. Este elemento da la cara de múltiples formas, sin ir más lejos,
el humilde carbón es carbono, como carbono es el presuntuoso diamante. Este
último no sirve para nada, bueno sí, para adornar cuellos o dedos de unos
cuantos ‘privilegiados’ con necesidad de ostentar para fijar su puesto de
preeminencia social. No tiene ninguna utilidad, pero por él se mata. El carbón
es mucho más barato, sin embargo proporciona el calor que fue y es vida en
muchos hogares. Sin él muchos hubieran muerto de frío. En el diamante, el carbono
es puro, no se relaciona con otros elementos. Refulge, pero, insisto, más allá
de su valor ornamental, no sirve para nada. El carbono del carbón, por el
contrario, vive rodeado de impurezas, de átomos de otra naturaleza. Mezclado
con el oxígeno, el hidrógeno o el azufre, conforma un conglomerado feo, pero
útil. Claro, cuando el carbono no aparece en una cantidad suficiente, el
material que nos queda pierde sus cualidades. Las impurezas enriquecen, ir desapareciendo
te anula.
Blog sin más pretensión que la de poner un poco de orden en mi cabeza. Irán apareciendo los artículos que vaya publicando en diversos medios de comunicación y algunas reflexiones tomadas a vuelapluma. Aprovecharé para recopilar artículos publicados tiempo atrás.
jueves, 11 de junio de 2015
ADIÓS O HASTA LUEGO
Las despedidas más dolorosas son las que no se producen, aquellas que podrían haber sido la vez anterior, esos puñetazos que te envían a la lona sin siquiera haberte percatado de que se iban a producir. Son tantas las veces que no sabemos que lo que estamos viviendo no se volverá a repetir, tantos besos que no sabemos que son el último, tantas palabras que no se pronuncian esperando mejor ocasión, son tantas, y, sin embargo, no aprendemos a saborear cada sonrisa, cada abrazo...Otra veces las despedidas son pacientes, se van dibujando cada día cuando la pérdida, siendo inexorable, se dilata. Quizá el dolor sea el mismo, pero el sabor es profundamente distinto porque nada queda en el tintero. Entre el abordaje de una y las certezas de la otra, se ubican aquellas despedidas que no se saben si lo son de forma definitiva.
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