La
intrahistoria de un periódico es así de paradójica. Al quiosco llega una
marabunta de letras, retazos de realidad forjados a martillazos en distintos
yunques. Forman un todo pero no todo es lo mismo. La vecindad de las frases
nauseadas al calor de la sangre por los Julio Fuentes de turno con las mías,
estiladas al calor del brasero, es en sí una broma macabra. Sirva de homenaje a
unos profesionales a quienes estimar compañeros me dibujaría una mueca de
sonrojo.
Julio Fuentes,
Maria Grazia Cutuli, Harry Burton y Azizula Haidari, fueron abatidos hace tres
años en Afganistán en el extremo contexto de una guerra, bajo las leyes de la
guerra, bajo los instintos que manan de la guerra, bajo el manto de impunidad
de la guerra. Murieron como miles en una guerra. En Afganistán grabaron la data
definitiva de su epitafio.