“Si unos
tiramos por aquí y otros tiramos por allá la estaca cae, que bien podrida debe
estar”. ¿Se acuerdan de aquella canción de Lluis Llach? De seguro no pensó en
el Real Valladolid al escribir su canción. Es el milagro de la poesía. Uno lee
unos versos y siente que podría haberlos escrito, dan en la diana. El caso es
que lo tenemos ahí. Todos tiraron y al final el Pucela caerá. Y surgirá
un caudillo que generosamente se brindará como salvador. ¡Loado sea¡ Todo por unas pequeñas recalificaciones de nada (que es la forma de regalar
dinero de todos sin que se note). Y tendremos al Pucela mediocreando por la
primera división 6 o 7 años más. Vagabundeando por los caminos de la nada. Le
veremos sin recordar el pasado que es la mejor forma de no involucrarnos en su
futuro. No soy adivino, les estoy contando lo que ya ocurrió y que, me temo, se
repite cíclicamente.
Blog sin más pretensión que la de poner un poco de orden en mi cabeza. Irán apareciendo los artículos que vaya publicando en diversos medios de comunicación y algunas reflexiones tomadas a vuelapluma. Aprovecharé para recopilar artículos publicados tiempo atrás.
martes, 24 de abril de 2001
martes, 3 de abril de 2001
ALCALDE PALETO
Escribí
la semana pasada que los duelos entre selecciones nacionales afirmaban al
troglodita que llevamos dentro. La tesis se amplía. En algunos enfrentamientos
entre clubes el virus también afecta. Reafirmamos el “valor” de nuestro lugar
de origen y lo trasladamos a una pista despreciando al rival deportivo y a sus
seguidores como representantes de otro “valor” que, al no ser el nuestro,
consideramos inferior. Las banderas de cualquier territorio, izadas con frenesí
por aficionados que confunden el culo con las témporas, desentonan en un
ambiente que debiera ser festivo. En este marco sólo se puede calificar como
estúpido el comportamiento de unos cuantos obtusos aficionados que, por ser de
León, se hinchan de fervor vejando a lo que huela a Valladolid.
Pero
lo que es simplemente estúpido se trueca en alarmantemente estúpido cuando
quien se deja precipitar por esa corriente de odio tribal es, precisamente, la
persona que debe realizar una labor pedagógica y, así, evitar males mayores. Lo
que, el alcalde, debió haber dicho, en un arranque de autocrítica, fue “León
(Javier) es un paleto”. Yo añadiría peligroso.
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