jueves, 28 de febrero de 2013

ERRAR ACERTANDO, ACERTAR ERRANDO

Siglos de evolución han servido para que hayamos aprendido a leer en la mirada, en el movimiento… y a partir de ahí podamos obtener conclusiones que a veces confirman, y otras tantas desmienten, lo que nuestro interlocutor pudiera estar diciendo. Es otro lenguaje, el corporal, que, además, enriquece con matices al verbal, matices que aportan información y sensación. Incluso existe un área del conocimiento, la kinésica, que tiene por objeto el estudio de este lenguaje no verbal. Los tiempos actuales han traído nuevas formas de comunicación que tienen también un lenguaje directo y uno interpretativo. Un segundo lenguaje que ha desnudado al diputado Toni Cantó porque, más allá de la certeza o falsedad de los datos que aportó, queda la urgencia y la saña con que lo hizo: la prisa por exponer unos números que confirmaban sus prejuicios sin detenerse, siquiera, a contrastarlos  y la reiteración de tuits que abundaban en la misma tesis.

lunes, 25 de febrero de 2013

DE NUEVO CON EMPLEO

Desde el momento en que Eva y Adán asumieron que tendrían que ganar el pan con el sudor de la frente, el trabajo pasó a ser una suerte de esclavitud temporal: había nacido la necesidad y el trabajo se convirtió en el camino que unía dicha necesidad material con la forma de cubrirla. Desde entonces, unos cuantos se adueñaron de los medios de producción, los otros solo tenían las manos como objeto de intercambio. Para estos últimos, que a duras penas cubrían sus mínimas necesidades, ese trabajo era la garantía de un mendrugo de pan o del pago de una factura. En nuestras sociedades, como en todas las anteriores, no poder desarrollar ese potencial nos empequeñece, nos acobarda, nos deshumaniza. Individual y también colectivamente, porque cuando este problema afecta a un número ingente de personas, un claro síntoma del fracaso de un modelo, es la sociedad entera la que sufrirá, aunque sea tiempo después, las consecuencias. Unas consecuencias que son funestas psicológicamente a corto plazo pero que, según caen las hojas del calendario, se van convirtiendo en dramáticas en lo económico. Por eso, el dato que nos indica el número de personas sin empleo, sirve más para palpar las perspectivas de una sociedad que para conocer la realidad presente.

jueves, 21 de febrero de 2013

QUÉ DECIR, A QUIÉN DECIR

En uno de sus monólogos, solo aparentemente ingenuos, Miguel Gila, aún impresionado tras haber contemplado la Acrópolis de Atenas, resumía las sensaciones que le produjo el viaje a Grecia con una frase tan genial como profética: “Grecia está, pero hay que ver cómo está”. Recuerdo esta cita mientras el Congreso acoge el debate sobre el estado de la nación, la nuestra, que también está, pero que hay que ver cómo. Los dos partidos mayoritarios se han convertido en una especie de Thelma y Louise acelerando su coche al borde de un barranco, aunque, eso sí, las dos protagonistas de la película de Ridley Scott huían de la resignación tras haberse enfrentado sin tapujos a la violencia machista y en el suicidio encontraron la dignidad; aquellos huyen de la realidad despreocupados ante el riesgo de ‘suicidarnos’ al resto. El debate entre ellos es un combate de esgrima, no va más allá de una discusión entre piloto y copiloto con el único fin de tomar las riendas del coche.

lunes, 18 de febrero de 2013

LA LEYENDA PERDIDA

Salía perdiendo en cualquier comparación. En aquel presidio convivían, al menos vivían juntos, asesinos convictos, traficantes habituados a marcar territorio, atracadores de gatillo fácil y los propios carceleros cuyos valores no se diferenciaban de los reclusos y su actitud la empeoraba por el simple hecho de ser los depositarios del poder. Formaban una caterva para andarse con cuidado, para recelar ante cualquier movimiento. Luke Jackson tendría que compartir ese territorio, en que la violencia se servía con más frecuencia que la comida, por un motivo mucho menor: destrozar un indicador de aparcamiento en medio de una borrachera. No era un santo, su carácter era excesivamente impulsivo, pero poco más. En medio de aquella cueva de lobos se veía como un alma cándida, tenía todas las papeletas para ser visto como tierna carne de cañon para ser servida en caliente. Luke recordó, no podía ser de otra forma, nadie que haya oído silbar las balas a centímetros de la oreja o el estruendo de las bombas al explotar puede olvidarlo, que, aunque a sí mismo se considerase, sin más, un ciudadano corriente, había participado en una guerra. Sabía que en terreno inhóspito, en suelo hostil, el primer mandamiento es hacerse respetar, forjar una imagen que fuera un escudo, y en ello puso todo su empeño.

jueves, 14 de febrero de 2013

USTEDES FIRMEN, YA YO LUEGO…

Álvaro de Figueroa, Conde de Romanones, fue, durante el reinado de Alfonso XIII, tres veces lo que hoy llamamos Presidente del Gobierno, amén de ostentar en diecisiete ocasiones el cargo de ministro. Con tal bagaje sobre sus espaldas podemos intuir que conocía cada vericueto de la administración y, por ello, no perdía el tiempo en debates estériles en los que algunos de sus colegas parecían jugarse la vida. En medio de una batalla parlamentaria, mientras los cuchillos volaban en el Congreso, él permanecía abstraído. Sus compañeros, que observaban perplejos tanta parsimonia, le llamaron la atención. Les miró con ese aire de superioridad que da el haber tratado hasta con el diablo y les replicó: “Ustedes hagan la ley, que yo haré el reglamento". No le faltaba razón y no le faltaría hoy. La separación de poderes en España continúa sin estrenarse. El Congreso y el Senado están formados por brazos de madera que se levantan al son de la música de los sucesivos gobiernos. Nadie vota en contra de lo que ordena su partido salvo excepciones, unas honrosas, otras no tanto, baste recordar aquel penoso capítulo que relata cómo Esperanza Aguirre llegó a presidir la Comunidad de Madrid.

BRASEROS DE AUTOCOMPLACENCIA


Las voces llegan a mi habitación, levanto la persiana y observo una muchedumbre que grita frases que empiezan por NO. No a esto, no a aquello. Abro la ventana, me asomo y leo las pancartas. Todas, casi todas, empiezan por un NO. No a esto, no a aquello. Espero, cuando la manifestación (¿Desfile? ¿Procesión?) ha terminado me pongo el abrigo, hace frío hasta en casa, y salgo a la calle. No tengo un destino definido, camino, solo camino y miro los rostros de las personas con las que me cruzo. No percibo chispa en sus ojos, no intuyo un gramo de ilusión, camino. Pienso en alguna palabra que pudiera turbar esa triste sensación que no es tristeza sino desesperanza, una frase que pudiera romper esa monótona desazón que no es desazón sino derrota. Pienso, pero no doy con ella. Tengo las manos heladas, entro en un bar, necesito un café que caliente las manos y la garganta, una sonrisa que caliente el día.
A mis oídos llegan cenizas de una conversación que mantienen dos hombres y una mujer que comparten la mesa de al lado. No puede ser, dicen, no podemos seguir así. Me giro. La tele está encendida pero sin volumen. Un subtítulo enmarca las palabras inaudibles de la presentadora: los indignados toman nuevamente las calles.
Vuelvo a casa. Leo un periódico, me sobresalta el titular. En España hay más de 6 millones de parados, los mismos que había en Alemania, con una mayor población, cuando Hitler ganó las elecciones. ¿Es posible, me pregunto, que aquí, ahora, pueda ocurrir algo parecido? Me desasosiega la respuesta. La que doy a la pregunta y la que veo en la calle. Hartazgo de noes y de indignaciones, toneladas de rabia y miedo que de la mano provocan gestos temerarios pero solo gestos, miles de personas con la fuerza intacta pero sin saber hacia dónde, ni cómo dirigirla.
Veo también personas, organizaciones, que anticiparon esta situación, no son pocas, nunca estuvieron quietas. Antes fueron llamados catastrofistas, ahora, medio con orgullo por haber sido capaces de prever, medio con pánico ante tanta incertidumbre, se preguntan qué hacer. El problema es que se lo preguntan en cenáculos autocomplacientes, reductos en los que todos se dan la razón o se pierden en discusiones bizantinas, burbujas de corrección política en los que nadie se sale del librillo, pequeños braseros, abrigos raídos. A veces surge una respuesta y se ponen manos a la obra, pero tampoco esa obra sale del círculo. Mientras, en la calle, crece el hastío. Miro por la ventana. No la abro, hace frío.

Publicado en "Ultimo Cero" el 31-01-2013

martes, 12 de febrero de 2013

SOSIEGO ADULTO

Los niños sueñan que algún día recorreran el mundo y vivirán mil y una peripecias. Después, viene en el lote del crecimiento, muchos se tuercen, asesinan al aspirante a explorador y se conforman con un coche más grande, una casa mayor y más dinero en el banco. En otros muchos casos, al menos en momentos como este, Indiana Jones muere de muerte natural porque la retórica del final de mes emborrona la lírica. Los niños estudian y cuando abren el libro de Historia quieren ser el Cristóbal Colón o Isabel de Castilla, Catalina de Medici o Iván el Terrible, ven mapas de otros tiempos en que las fronteras nada tenían que ver con las actuales y aparecían nombres como Ribagorza o Imperio Austrohúngaro, y maldicen la quietud del presente envidiando a los protagonistas de aquellos convulsos siglos. Luego crecen y son conscientes de que están vivos en medio de una época apasionante, que no es necesariamente sinónimo de buena, en la que las líneas de los mapas bailan a ritmo de rap, no se apaga una guerra y se ha encendido otra y, a la par, el avance tecnológico ha propiciado más cambios en las formas de hacer y pensar que en varios milenios anteriores. Hasta hemos visto la renuncia de un papa, un hecho tan insólito, que el Cometa Halley ha tenido tiempo de visitarnos ocho veces desde que se produjera el anterior episodio semejante. Los niños quieren el mar con olas, cuando dejan de serlo se lavan los pies en la mar calma.

jueves, 7 de febrero de 2013

EL ROZÓN EN LA HERIDA

Recuerdo la sonrisa burlona de mi viejo paisano José ‘el Cuco’ cuando me vio respingar tras haberme apoyado en una pared. ¿Qué?, me dijo, ¿a que cuando tienes una herida todos los golpes van a ella? Mi cara de niño puso mueca de sorpresa. ¿Cómo podía saber que tenía una herida? Pero por otra parte, pensé, no le falta razón. Cuando tienes una herida y se produce un contacto involuntario con cualquier objeto, maldita casualidad, creí entonces, el impacto siempre atina con la llaga. Pasan los años y descubres que no es así, que el cuerpo toca a diario cientos de objetos sin que nos enteremos, salvo que ese roce se produzca con la zona herida. Entonces chillamos.

sábado, 2 de febrero de 2013

EL PASILLO DEL LOCO

No fue la mejor de las conmemoraciones. En 1850, tres siglos después de la muerte del fundador, desaparece en España la Orden de San Juan de Dios. Más que una desaparición sería un cese temporal de actividad porque los frailes de otras latitudes se dolían por el vacío generado en el país en que nació la Orden. Así pues, manos a la obra. Un joven italiano, Angelo Hercules Menni, que apenas tres años antes había ingresado en la Orden y cambiado su nombre por el de Benito, fue el encargado de cimentar esa refundación a partir de 1867. Cuando el edificio tuvo, de nuevo, cierta consistencia se embarcó en otra aventura. Dado que la Orden era masculina, y hombres la mayoría de los beneficiarios, se propuso, y logró, fundar una congregación con el mismo carácter pero en femenino. Nacieron así, en 1881, las Hermanas Hospitalarias del Sagrado Corazón. Benito Menni fue canonizado y por tanto el ‘san’ debería preceder a su nombre, pero las monjas le deben tratar de tú: el hospital que regentan en Valladolid omite el título de santo. Esta misma congregación gestiona otro centro en Palencia, el San Luis, similar a tantos en que atiende a personas con enfermedad mental, discapacidad física o psíquica pero que tiene una peculiaridad: un pasillo casi tan largo como la prototípica calle mayor de la capital palentina.