El Pucela se impuso en los entretiempos en los que los leoneses tomaban oxígeno.Hubo tiempo para el disgusto y la desilusión; lo hubo para la alegría y el regocijo.
El objetivo casi siempre parece claro. Lo verdaderamente difícil es
dilucidar primero y recorrer después el camino para llegar a él. Por eso es tan
fácil la realización de discursos que se centren en lo primero y un sutil mutis
por el foro del propio orador cuando de lo segundo se trata. De esto han hecho
arte los políticos y los publicistas, valga la redundancia, de prometer un
paraíso si les votas o les compras el producto sin abordar cómo vamos a trazar
la vereda ni cómo sortearemos las miles de piedras que siempre aparecen en el
camino. Claro, decir que lograr algo costará esfuerzo –que incluso ese esfuerzo
puede ser infructuoso- no entra en ningún plan de comunicación. Pero nada hay
que merezca la pena que antes no haya costado. No es, como dice el refranero,
que entre el dicho y el hecho haya mucho trecho. Es que una sociedad que no
quiera pasar por infantilizada desea conocer el trecho para admitir como válido
el dicho.