lunes, 10 de diciembre de 2001

18 DE JULIO

Lo deja todo atado y bien atado como sus maestros: Havelange y Franco. Imagino al generalito “Juan haz como yo, no te metas en política”. El delegado nacional para el deporte obedeció. Demócrata de toda la vida, como mi maestro en la vieja escuela de Rasueros, como tantos que cuentan la vida desde el punto que les interesa, como si antes nada hubiera ocurrido, como si ellos mismos no hubieran existido. Nos roban la memoria con absoluta impunidad. Aquí nunca se cumplió la profecía que, sobre Chile, cantó Serrat “...y pagarán su culpa los traidores...”. Con hilos dorados tejieron paños de orfebrería que deslumbraron las zonas de sombra y nos hicieron ver que allí nunca estuvieron. Negó la camisa azul y emergió inmaculado para trazar la besana de la mercantilización deportiva. Enterró a Coubertain y la plataforma soñada para unir a los pueblos a través del deporte se convirtió en una corrupta empresa gestora de espectáculos. Prefiero recordar la sonrisa de Jesse Owens miniaturizando, más, a Hitler. Verano del 36. Alborada de Samaranch.