Miedo me da que a
España le dé un ataque de sí misma. Miedo porque carga sobre sus espaldas con una
maldición idéntica a la de Troya. La sacerdotisa Casandra recibió de Apolo la
capacidad de profetizar los acontecimientos venideros. Posteriormente, el mismo
dios, por despecho, la castigó de la forma más cruel, no le retiraba el don
pero, a partir de ese momento, nadie le creería nada de lo que pudiera decir.
Mal para ella, peor para su pueblo que despreciaba la voz que mejor podía
aconsejar sobre el rumbo a tomar. Entre sus vaticinios estaba la caída del
propio reino como, al poco, ocurrió.