jueves, 19 de octubre de 2017

AL CIELO SE LE OLVIDÓ EL OFICIO

La Victoria va envejeciendo, los hijos se emanciparon y ahora, acosados por jornadas laborales difícilmente compatibles con la crianza de sus hijos, requieren de sus padres para cubrir los huecos de ausencia. La imagen no es, por tanto, infrecuente en mi barrio. Una niña que apenas levanta unos palmos del suelo tan pronto jugueteaba por la plaza de San Bartolomé bajo la atenta mirada de su abuelo como correteaba hacia él buscándole la mano. De pronto se queda quieta. A la vez que inmoviliza las piernas, alza el cuello y mira hacia arriba. Baja de nuevo la cabeza, dirige la mirada hacia sus brazos extendidos e, inmediatamente, busca la complicidad de su abuelo.