sábado, 6 de mayo de 2023

LÁZARO Y VICEVERSA

Ay, las sensaciones; si por las sensaciones de ahora mismo fuera. Menos mal que nos medio apacigua la certeza tomasiana: el haber visto a este muerto futbolístico alzarse, sacudirse el polvo de la pechera y caminar como si antes nada hubiera ocurrido; el haber tentado clasificatoriamente unas carnes recias que dos semanas atrás hedían putrefactas. Claro, en paralelo hemos sufrido el dolor del 'no puede ser' al constatar estruendosos síncopes, aparatosos desvanecimientos, arrebatados prolapsos, súbitos infartos, en un Pucela galán que parecía trotar con apostura tras haber dejado aparentemente muy atrás los peligros de los que huía. El propio Pezzolano, antes de averiguar cómo se las gasta aquí el invierno, cuando aún no ha completado el listado de los rincones emblemáticos –¿habrá paseado ya por el Viejo Coso?– de la ciudad pendientes de descubrir, ya ha comprobado que aquí no es recomendable caminar con la cresta muy subida ni –salvo que seas un pavo del Campo Grande– lucir altanero el penacho por haber vencido consecutivamente al quinto y al séptimo clasificado. Pim, pam, pum, tres derrotas consecutivas y a tiro del abismo.