domingo, 10 de febrero de 2019

GUANTES DE NIÑO PERA

Foto "El Norte"
Algunos años antes de que naciera Sergio Asenjo, en esa misma Palencia, los guantes de portero eran un artículo de lujo. En Palencia y en el resto de España, pero es en Palencia donde uno estaba y es lo que uno recuerda. Antes de eso no es que fueran un lujo, simplemente no eran: hasta los porteros profesionales jugaban con las manos descubiertas. Pero estamos en los años ochenta. Los Arconada, Urruti, Miguel Ángel, Fenoy y hasta Sabino Zubeldia cubrían sus manos con unos guantes milagrosos a los que parecía pegarse el balón. Los niños que por devoción u obligación defendíamos las millones de porterías de esos Maracanás imaginarios queríamos unos guantes como esos o, al menos, un par que pudieran dar el pego. Pero topábamos siempre con el muro del ‘no’ paterno y materno, por juntos o por separado. Así las cosas, para parecer más portero, apañé con unas propinas lo más parecido que vi a unos guantes de profesional: unos de lana amarilla con puntos de negro alquitrán incrustados.