Discutir sobre ‘lo que habría ocurrido si…’, es un ejercicio que puede resultar grato pero no pasa de un juego intrascendente. Sabemos cómo ha jugado el Pucela los últimos mil días y sabemos que tal apuesta ha servido para navegar tres años en Primera. Especular airadamente sobre qué hubiera ocurrido con otras decisiones resulta ridículo. Tanto podríamos haber vuelto a la Segunda como haber logrado pasaporte hacia competiciones europeas. Lo que sí parece cierto es que existían otras formas de jugar menos pacatas y que el Pucela tenía y tiene mimbres para ello. Sin ir más lejos con las que ayer nos sorprendió Sergio. Unir en retahíla a Mesa, Kike, Toni, Jota y Weissman sonaba bien. Luego, la historia, ya se sabe, se desconoce hasta que sucede. Y sucedió. Pasada la hora y media de partido, disfrutamos de un juego más agradable sin perder eficacia. La portería propia volvió a quedar a cero y la ajena fue vacunada una vez -suficiente para obtener los tres puntos-; pero pudieron ser más: se unieron dos de esos jugones citados, Kike y Jota, y dibujaron una jugada virtuosa que concluyó con un paradón sorprendente de Yáñez cuando ya andábamos celebrando.
Blog sin más pretensión que la de poner un poco de orden en mi cabeza. Irán apareciendo los artículos que vaya publicando en diversos medios de comunicación y algunas reflexiones tomadas a vuelapluma. Aprovecharé para recopilar artículos publicados tiempo atrás.
domingo, 3 de enero de 2021
VA Y ME LA PARA
La historia sucede hacia adelante y se relata mirando para
atrás. De esta forma, cada hecho posterior, bien aporta sentido y trascendencia
a lo anterior, bien lo sepulta bajo
siete capas de polvo. Ayer, por ejemplo, se cumplían 529 años, que ya son, de
las Capitulaciones para la entrega de Granada que supusieron el último capítulo
de la Guerra entre los reyes de Aragón y Castilla y el sultán nazarí, Muhámmad
XI, conocido por estos pagos como Boabdil el Chico. El relato de esa postrer
batalla entre reinos cristianos y musulmanes se narra como fundamental en la
historia de España. Mirado desde aquí, resulta innegable. Una trascendencia que
habría sido radicalmente distinta si el católico Fernando, tras enviudar de mi
casi paisana la no menos católica Isabel, hubiera logrado su propósito de
preñar a la joven Germana de Foix y, de esta manera, haber engendrado heredero
para su reino aragonés. Pero fue como fue, no hubo descendencia, y así se
cuentan las cosas.
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