viernes, 18 de mayo de 2001

VERDAD ABSOLUTA

Seguramente usted se haya percatado de un hecho que, a fuerza de repetirse, se cuela de rondón entre los fenómenos comunes e inocuos: el uso de la bandera rojigualda en el Estadio Santiago Bernabéu. Son una parte del madridismo, portadores de un espíritu  prepotente, uniformador y hegemonizador que ha llevado a una asimilación de lo pretendidamente común como icono de parte. Confunden su sentimiento con la verdad absoluta y no pueden comprender que alguien no lo comparta. Marcan, pues, la barrera entre “buenos y malos”, expenden certificados de españolismo. Son hijos de una tradición de la derecha hispana, que ante la anuencia de la izquierda, han tejido un discurso que presenta a España como unidad  de destino, monocromática, en el que la pluralidad se les escapa como la arena de la mano de un niño. Su sensación de infalibilidad les lleva a menospreciar lo discrepante por erróneo de partida y su único corolario es el triunfo. Y como sus corifeos les adulan babosamente llegan a creerse su profecía y no asumen la derrota. Esto explica la cara que se les ha quedado tanto a Del Bosque como a Mayor Oreja.