domingo, 5 de abril de 2015

CARAS Y CULOS

Según marcaba la costumbre, los soldados encargados de llevar a cabo cada crucifixión se habían de repartir las ropas del reo ajusticiado. De esta manera, los cuatro que participaron en la de Jesús, cuando hubieron concluido su labor, se dividieron las pertenencias del que ya colgaba en el madero. Pero en el momento en que tuvieron la túnica entre manos comprobaron que no tenía costuras y que romperla en cuatro trozos no era la mejor idea, por lo que decidieron sortearla. A ese hecho que relata Juan en su Evangelio se agarra una de las tradiciones que ha llegado a nuestros días: los juegos de apuestas vinculados socialmente a la Semana Santa. Hasta tal punto que, la misma actividad que podría ser sancionada cualquier día del resto del año, está perfectamente legalizada durante estas fechas. Así, entre procesión y procesión, multitudes de personas se agolpan en torno a una mesa para jugar a los borregos o se reúnen en corros para lanzar las chapas con el beneplácito de las autoridades, ya sean estas competentes o todo lo contrario.