jueves, 9 de junio de 2016

EXPECTATIVAS PARA LA MASA


Si ya de por sí es difícil adecuar la línea de nuestras expectativas al campo de lo posible, no digamos si ese listón nos la trazan desde fuera. La posterior frustración, es estos casos, podemos darla por descontada. Esta generación externa de expectativas se ha convertido en imprescindible para el desarrollo comercial y el sostenimiento ideológico que rige nuestras sociedades. Los distintos poderes económicos no tienen empacho en repetir a través de sus múltiples cauces eso de que ‘cualquiera puede ser o lograr lo que quiera, no existe límite alguno que lo impida’. Para ello siempre se refuerza la imagen del triunfador -aquel que, a pesar de todas las dificultades, alcanza cualquier cima- con una doble intención: mostrarnos que cualquiera lo puede conseguir y grabarnos que vivimos en un mundo perfecto en el que no existe discriminación colectiva alguna. Si Amancio Ortega es hipermillonario y tú no, parece natural que sea por tu pereza o torpeza; si Barack Obama logró ser presidente de los EEUU y Hillary Clinton puede serlo ¿cómo se puede hablar de discriminación por razón de raza o sexo? Lo primero nos culpabiliza, lo segundo nos amansa.