jueves, 30 de abril de 2015

GANAR ¿PARA QUÉ?

Amundsen y Scott habían pugnado por ser el primer hombre en dejar su huella en el Polo Sur. Es de suponer que ninguna de las personas que formaron las expediciones desconocía las dificultades que habrían de encontrarse. Apsley Cherry-Garrard, uno de los integrantes de la expedición de Scott, las describe en su libro ‘El peor viaje del mundo’: “Prácticamente todos los hombres que emprenden viajes de gran envergadura por el polo deben plantearse la posibilidad de suicidarse para salvar a sus compañeros…”. Cuando la expedición de Scott llegó al punto deseado en enero de 1912 lo primero que hicieron fue observar las huestes de Amundsen que ya estaban allí. El viaje, sin embargo, sería de gran utilidad porque, a diferencia de los noruegos, los de Scott, más allá del reto competitivo, tenían en mente otros objetivos de índole científica. Habían perdido, pero, al fin y al cabo, perder y ganar son dos verbos igualmente estúpidos si no van acompañados de un para qué.

lunes, 27 de abril de 2015

EL TIRO DE ROGER

Los días pasan como trámites, uno tras otro se amontonan a nuestras espaldas como las carpetas en la mesa de un registro. Cada uno tiene su gracia, pero la mayoría de ellos resumen su pequeña historia en dos frases que se recitan cuando al final de la jornada alguien te pregunta que cómo fue el día. De unos cuantos queda una anécdota que de tanto en tanto sale a relucir en una conversación de taberna. Algunos, muy pocos, se conservan imperecederos en el recuerdo, son las fechas que uno guarda como fetiches en su baúl de la memoria. Pero entre todos los días siempre se cuela uno maldito. Un día que contuvo aquel instante en el que todo cambió, en el que las cosas dejaron de ser lo que pudieron ser para convertirse en lo que ya nadie podrá evitar que sean. Un día que ni el tiempo es capaz de curar; que se presenta de manera imprevista para acompañarnos para siempre; que, en el mejor de los casos, vuelve recurrente cuando vienen mal dadas o, en el peor, se agarra a las entrañas y las encoge culpándonos para siempre. Un día terco que revolotea en modo condicional: si hubiera hecho, si hubiera dicho, si no hubiera estado…

jueves, 23 de abril de 2015

UNA Y OTRA VEZ

Va de suyo que el objetivo de cualquier organización política consiste en tener los votos suficientes para gobernar. Parecería natural que, conseguido ese objetivo, dicha organización podría poner en marcha su programa. Pero esta segunda parte, que suena a obvia, se convierte en imposible cuando se analizan las piezas que forman parte de la maquinaria llamada España. Hasta ahora, todo el poder político se ha repartido entre los dos grandes partidos: ahora tú, ahora yo; aquí nosotros, vosotros allí. El poco espacio que no copaban quedaba en manos de sus epítomes territoriales. Su estrategia se centraba en dos ejes: por un lado, exhibir un discurso esencialista que marcase diferencias ideológicas con el rival y así aglutinar a los propios; por otro, elevar el nivel de las expectativas prometiendo el mejor producto posible para que los indecisos comprasen la mercancía. Una y otra vez. Los programas no eran más que una relación de buenos propósitos, una descripción de un supuesto paraíso pero sin plano para llegar a él, una añagaza, un triste envoltorio para llamar la atención. Luego las palabras se las llevaba el viento del quisimos pero no pudimos o la brisilla del hemos aprendido la lección y la próxima no fallaremos. Con todo, casi siempre se resolvía de la misma manera, manteniendo la confianza en quienes estaban hasta que estos la perdían y comenzaba el siguiente turno. Una y otra vez. Eso sí, anclaron en el imaginario colectivo dos ideas que se retroalimentan: que los gobiernos tienen un poder omnímodo y que la diferencia entre unos y otros radica básicamente en la capacidad de gestión bien por aptitud (somos mejores) o de actitud (somos más honrados y menos mentirosos).

lunes, 20 de abril de 2015

JUGADITA PARA GALEANO


Quizá, Eduardo, pueda rescatar una jugadita de esas lindas que mendigabas. Te escribo desde Valladolid, donde ayer, el equipo de la ciudad tenía partido. Es un equipo chico que vive en la escalera que separa la cola de los leones de la cabeza de los ratones. Ahora toca ratón. Tal vez te suene su nombre porque en su día, cómo pasa el tiempo, hace de esto ya más de veinte años, vistieron su elástica blanca y violeta dos jugadores citados en tu ‘Fútbol a sol y sombra’: Valderrama, aquel pibe colombiano fácilmente reconocible porque dirigía las maniobras con «una corona de electrizada pelambre» y su compatriota René Higuita, un guardián de las redes que fue, a la vez, un visionario y un metepatas que sufrió «la maldición de los tres palos». Su rival era el Sabadell, un modesto equipo de la periferia de Barcelona que aspira a mantener esta segunda categoría. El primer tiempo llegaba a su mitad. La pelota correteaba en ese espacio inconcreto que es el centro del campo. Iba y venía sin un criterio claro, pasaba de unos pies temerosos por no perder su posición a otros cuyo único objetivo era alejarla lo más posible de su arco. Estaba siendo, y el resto del tiempo lo confirmó, un encuentro de tantos en el que los unos querían pero no habrían de poder y los otros no podían y terminaron por no querer. Pero te decía que en ese momento, la pelota descansó en el pie derecho de Álvaro Rubio. Te hubiera gustado ver jugar a este chico que ya no lo es tanto. Levantó la vista, oteó el horizonte y envió con precisión la pelota al espacio donde habría de aparecer el extremo derecho. Y apareció lanzado como un cohete Hernán Pérez. Este se introdujo en el área trazando una diagonal, frenó y aceleró, amagó con salir por la derecha y lo hizo por el flanco opuesto. No remató, la jugada no tuvo el premio de ese orgasmo monosilábico, de esas tres letras que se gritan abrazándote a un desconocido. Pero habrías agradecido esta jugadita con una sonrisa y te la hubieras quedado.

jueves, 16 de abril de 2015

LA REALIDAD VENCE DE NUEVO

Hace unas semanas, en una red social, me encontré con un ‘sketch’ que se debió de emitir en algún programa de tv. En dicha escena se recreaba el ambiente de un restaurante de los caros y la atención de la cámara se centraba en una de las mesas donde una pareja, ella y él, reciben la bienvenida del camarero y establecen una de esas conversaciones en las que se decide qué pedir. La mujer intenta hablar, pero su compañero le interrumpe: “Me han recomendado el sitio y me han dicho qué pedir”. Toma la carta y, ante la estupefacta cara de su acompañante, la lee con la pericia de un niño de tres años, sílaba a sílaba, “con-so-mé y de segundo fi-let”. “Falta una e”, añade con aire resabiado. El camarero le aclara “es francés, filé”. Nuestro hombre se viene arriba: “Pues sobra una t”. Continúan con los vinos y más de lo mismo, el camarero sugiere dos, el hombre dice que no, que “traiga uno ‘na’ más que no me gusta mezclar que ‘te se’ sube a la cabeza y es lo peor que te puede pasar”. El camarero se retira. Cuando la pareja se queda a solas, la mujer pregunta al bocas: “Y tú ¿a qué te dedicas?”. Él lo explica todo: “Pues soy concejal de cultura”.

domingo, 12 de abril de 2015

DATO MUY FRÍO

Los datos sobre el desempleo empiezan a parecer bonitos. Esa aparente bondad estadística se nota desde el momento en el que los portavoces oficiales se sientan en la silla desde la que han de informar. Sus sonrisas les delatan, pero hay poco que reprocharles, su misión consiste en que hacernos creer que vivimos en el mejor de los mundos posibles. En este caso, su labor consistía en alimentar los números con el maná que por fin llega. Así, el número puesto sobre la mesa se convierte en dato irrefutable. El último, el referido a febrero, fue el 13.538, aséptica cifra que indica el descenso en el número de personas desempleadas. En boca de dichos portavoces el número es el sol esplendoroso que iluminará nuestro futuro. Bajando al detalle, el dato, sin embargo, pierde peso. Muchos de esos nuevos contratos son para pocos días o para pocas horas cada día, contratos que aflojan el nudo de la soga que rodea el cuello, pero que no permiten que entre más oxígeno en los pulmones. Empleos que no dan más que para sobrevivir esperando con el mismo miedo que llegue otro nuevo y así ir estirando la angustia. Los números, esos números, cuentan la realidad pero no la explican del todo.

jueves, 9 de abril de 2015

CUI PRODEST

Desde la época de la República romana, los investigadores buscan pistas para esclarecer cualquier delito preguntándose quién es el beneficiario de tal crimen, el famoso ‘Cui prodest’. Este mismo principio del derecho romano cabe extenderlo más allá de la investigación criminalística, por ejemplo a lo que rodea a la propia investigación. En torno a cincuenta personas pertenecientes a colectivos anarquistas han sido detenidas en días pasados. En diciembre otro tanto de lo mismo. ¿La acusación? Pertenencia a organizaciones criminales con fines terroristas. ¿Las pruebas? Estamos a la espera.

domingo, 5 de abril de 2015

CARAS Y CULOS

Según marcaba la costumbre, los soldados encargados de llevar a cabo cada crucifixión se habían de repartir las ropas del reo ajusticiado. De esta manera, los cuatro que participaron en la de Jesús, cuando hubieron concluido su labor, se dividieron las pertenencias del que ya colgaba en el madero. Pero en el momento en que tuvieron la túnica entre manos comprobaron que no tenía costuras y que romperla en cuatro trozos no era la mejor idea, por lo que decidieron sortearla. A ese hecho que relata Juan en su Evangelio se agarra una de las tradiciones que ha llegado a nuestros días: los juegos de apuestas vinculados socialmente a la Semana Santa. Hasta tal punto que, la misma actividad que podría ser sancionada cualquier día del resto del año, está perfectamente legalizada durante estas fechas. Así, entre procesión y procesión, multitudes de personas se agolpan en torno a una mesa para jugar a los borregos o se reúnen en corros para lanzar las chapas con el beneplácito de las autoridades, ya sean estas competentes o todo lo contrario.

miércoles, 1 de abril de 2015

EL IGNOTO CEREBRO

Nuestras cabezas pueden ser armas de destrucción. En ese amasijo formado por millones de neuronas interconectadas que es nuestro cerebro, reside el misterio más indescifrable: la naturaleza del ser humano, la de todos y la específica de cada uno. Podemos saber cosillas, incluso intuir otras de mayor alcance, pero hasta un punto, a partir de ahí empieza el vacío. Averiguar cuáles son los estímulos y cuáles las reacciones, las relaciones entre unos y otras, sigue siendo un pozo insondable incluso para los profesionales del asunto. Se estudia, se investiga, se experimenta, se avanza, pero lo que se conoce sigue siendo del tamaño de un alfiler comparado con el inmenso mundo de lo ignoto. Una de las formas de ir anclando lo poco que se sabe es agrupando realidades bajo los límites de las palabras.