lunes, 25 de octubre de 2004

ESCAPARATE

Cuando cuento todas las horas que uno ha dedicado a practicar cualquier actividad deportiva y se me ocurre añadir las dedicadas a disfrutarlo por la vía pasiva (ver, oír, leer.... reflexionar) me cercioro de, ya sin pasmo alguno, que una buena parte de mis treinta y un años les he dedicado a esto. Supongo que no soy el único. El deporte se ha convertido en el elemento más consumido de los que aderezan nuestro ocio deseado o indeseado (verbigracia el paro).

Nuestra alma social esta más nítidamente reflejada en este “panorama deportivo” que el rostro de Narciso en el agua.

Unos, la mayoría, viven el deporte desde la más absoluta pasividad. Tumbados en el sillón de su casa, sentando cátedra con comentarios tan llenos de ira como vacíos de razón y derrochando la adrenalina acumulada en las horas de trabajo, en el coche...

Algunos dando rienda suelta a sus frustraciones se convierten en un peligroso ciempiés (preciosa metáfora de Galeano) que disfrazado con los colores de un equipo pueden teñir de rojo cualquier acontecimiento.

Otros, no menos, practicándolo. Disfrutando de las posibilidades que el deporte entrega: desde la mera actividad física a la posibilidad de relación.

Todos viviendo en una sociedad en el que el deporte se ha convertido en religión, los orondos empresarios se han convertido en sumos sacerdotes, los deportistas en dioses a venerar de los que conocemos todos sus milagros y los gobernantes pierden el culo por fotografiarse ufanos con ellos y bostezar heroicidades patrias.  Con este panorama la publicación de la carta que ETA ha remitido al futbolista  Bixente Lizarazu ha sido un perfecto escaparate en el que, más allá de la cantidad solicitada, les ha servido para darse a conocer en todos los rincones de Europa.