jueves, 20 de diciembre de 2012

EL CORO MENGUA CADA TRES SEGUNDOS


Cuatro filas de niños, perfectamente alineados, impecablemente vestidos. El Coro Infantil de Wuppertal está dispuesto para comenzar su función. Los padres y madres, intranquilos, emocionados, esperan en la platea una actuación para enorgullecerse, para presumir. Del piano brotan los primeros acordes de una vieja canción de Tears for Fears, Mad World. ‘Todo a mi alrededor son caras conocidas, sitios gastados, caras gastadas’.
De repente un crío abandona el escenario. Se encontrará mal, piensan sus padres, vaya, precisamente hoy. Tres segundos después otro niño hace mutis. Tres más tarde, otro toma el mismo camino y así sucesivamente. El público mira absorto. Los que quedan siguen cantando: ‘Listas y despiertas para sus carreras diarias hacia ningún sitio. Sus lágrimas empañan las gafas inexpresivas’.
Media docena permanece aún. ‘Resulta duro aceptar, cuando la gente camina en círculos, un mundo desquiciado’. Cuatro, tres, dos… queda uno, finaliza la canción, ‘mundo loco, mundo loco’. Silencio. Un segundo, una eternidad. Levanta la cabeza, mira al frente y habla: “Cada 3 segundos el mundo pierde un niño por causas que podrían haberse evitado“. Hambre hija de la injusticia, guerras hijas del ansia de dominio, ausencia de medicamentos hija del cómodo letargo. Sobrinas del olvido, de las mil corazas con las que nos justificamos. Pueden no ser nuestras víctimas, no al menos de la mayoría de nosotros, pero permanecemos inmóviles ante el genocidio.
Miramos alrededor, la calle de abajo tiene cada día más hijos comiendo de la placenta de los contenedores. La necesidad cercana esconde otra que, hija de los mismos padres, mayor, desde hace más tiempo, vive un poco más allá.
La fuerza de la tele, la otra calle por la que transitamos, nos arrastra a Connecticut, vemos una treintena de víctimas, la mayoría criaturas. Cruento, perversamente espectacular. Fijamos allí nuestra retina. Treinta víctimas, como en minuto y medio. Menos de las no evitadas en lo que se lee este artículo. ‘Mundo loco, mundo loco’.

Publicado en "El Norte de Castilla" el 20-12-2012