viernes, 28 de septiembre de 2018

LA SOLEDAD DEL INDIVIDUO

Foto El Norte
Durante muchos años, casi todos los que él podía recordar, había puesto su empeño de forma obsesiva en evitar que cerraran las escuelas del pueblo. Cada año las dificultades variaban. Unas veces tuvo que enfrentarse a una decisión política que pretendía agrupar en un solo centro a la escasa chavalería de los pueblos adyacentes. Otras, a la realidad demográfica de su municipio que, por temporadas, no daba más de sí de forma que no se sobrepasaba el límite mínimo exigido para que la escuelita se mantuviera abierta. Cuando los problemas venían desde la Administración, dedicaba sus días a intentar doblegar aquella decisión. Si no pasaba las horas escribiendo alegaciones lo hacía saltando de despacho en despacho de las autoridades implicadas o participando en asambleas con el resto de sus paisanos. Al final, no cejando en su empeño, siempre consiguieron salirse con la suya. Más difícil fue cuando el inconveniente para que el centro escolar permaneciese abierto durante un determinado curso tenía que ver con el número, cuando no había niños suficientes. Entonces, nuestro protagonista se las apañaba para encontrar alguna familia foránea que, además de tener hijos en edad escolar, estuviera dispuesta a empadronarse en el municipio. Hizo todo lo imaginable para el acomodo de al menos tres familias, con lo que salvó durante tres cursos la vida de un centro eternamente condenado a la extinción. Cada año que lo lograba, que torcía la voluntad administrativa o solventaba el problema numérico, salía a celebrarlo con el resto de sus vecinos. Mas cuando estos le solicitaban un brindis esperando unas frases eufóricas, él se limitaba a reseñar –de nuevo– la importancia del logro, «mientras haya escuela, hay esperanza», alentanto a mantener las orejas tiesas para adelantarse a las dificultades que pudieran sobrevenir al año siguiente. Siempre, eso sí, sin que se le desdibujase la sonrisa. Hasta ayer. Al llegar a casa, su pareja se había armado de fuerza y fue capaz de decirle lo que llevaba meses rumiando, que alababa su dedicación a la causa pero que así no podían seguir. Le abrazó y se fue. De repente, él sintió sobre su espalda el peso de la abrumadora soledad. El esfuerzo que año tras año permitió que se lograran pequeños triunfos colectivos tenía como consecuencia la certidumbre de su mayor fracaso individual.

jueves, 27 de septiembre de 2018

MAL PARA EL CRISTAL


No es nuevo, ya nos dejaron dicho que ‘si es la piedra la que golpea el cristal o es el cristal el que atiza a la piedra, malo para el cristal’. Así le ocurre a la bicicleta, cristalina ella, que siempre lleva las de perder cuando choca contra la realidad, tanto da si la colisión es física -coche, suelo-, o metafórica. 
Andrés Turienzo, ‘Piru’ encadenó 2500 kilómetros, los que separan Villadangos de la danesa Aarhus, para enfrentarse a una decisión ya tomada, y la decisión de cerrar la planta de la multinacional Vestas en la localidad leonesa venció, piedra-cristal, a los buenos propósitos de la bicicleta. Jean-Marc Lechene, capitoste de la megaempresa, recogió la carta, única arma que desenfundó el ‘Piru’, y  -aprovechando el mismo viento que mueve a los aerogeneradores- la mandó a volar. Trescientos y pico puestos de trabajo que eran trescientos y pico salarios, ergo familias, ergo tranquilidades, dejarán de ser. Toca volver a empezar, algunos de nuevo aquí; otros se irán allá de forma que el marcador de los que somos seguirá descontando.   
Andrés Turienzo, pedalada a pedalada, pudo apuntar la enorme distancia que existe entre los hechos y las decisiones, entre el esfuerzo de las manos que fabrican la riqueza y la frialdad aséptica de quienes imponen sus pareceres. Pedalada a pedalada confirmó que su bici, por ser bici, estaba condenada a la derrota. Vestas ganaba dinero en León, hacía negocio; no es óbice. En otro sitio ganarán más. Las mismas claves que les hicieron venir, les sirven para marcharse. La distancia recorrida por el ‘Piru’ es, al fin, la Distancia.  

lunes, 24 de septiembre de 2018

DE REGALIZ A MOTO

Foto El Norte
En los bancos de la plaza, como siempre a esa hora, un corro de chavales hablaba de sus cosas y así, entre bromas y veras, la pandilla iba haciendo la tarde. Manuel, probablemente el más avispado del grupo, quiso tomar una nota pero antes de ir al encuentro había pasado por casa para coger la merienda. Aprovechó para dejar la mochila, no tenía pues un bolígrafo a mano. Esa semana, además, estaba castigado sin móvil. No era cuestión de confiar tan solo en su memoria para retener las fechas de los exámenes que no apuntó en clase porque había pensado que tenía cosas mejores que hacer.
–Si me das un regaliz te lo quedas, aunque te aviso, es rojo.

jueves, 20 de septiembre de 2018

TÚ, TÚ, TÚ Y TÚ, A LA VIÑA

Imagen tomada de elindependiente.com
No se me ocurre chantaje más cruel. ¿Quieres comer? ¿Quieres que tus hijos coman? Mata o ayúdanos a matar. Dicho más finamente: haz lo que te mandemos y mira para otro lado.  En el fondo, quien eso plantea se maneja con las mismas claves que un secuestrador. En el otro lado de la línea, la docilidad se impone. ¿Quién puede reprocharle a alguien que vaya cada mañana al tajo a fabricar corbetas aun sabiendo que cada euro ingresado no es más que la compensación indulgente del matón al que le afilas la navaja? Una sumisión que siempre encuentra subterfugios para justificarse. Si no lo hago yo, lo hará otro, nada cambiará.

lunes, 17 de septiembre de 2018

EL TESORO ESCONDIDO

Foto El Norte
Para bien y para mal, me tocó cursar la EGB. Para bien, porque de ella salí con un buen bagaje y ganas de aprender más; para mal, porque es prueba fehaciente de que de aquellos años ha pasado mucho tiempo. Pero a lo que vamos, cada curso, siempre en época prenavideña, el colegio organizaba una velada en la que parte del alumnado representaba alguna obra –vamos a llamar con cierta generosidad– teatral. El programa siempre se completaba mezclando algún sainete que provocase las risas del resto de los compañeros con alguna obrita de ínfulas moralizantes. A mí me tocó actuar en varias pero recuerdo especialmente un año en que formé parte del elenco de una de las del segundo grupo. No vayan a creer, no tengo un singular recuerdo de aquella noche debido a la profundidad del texto representado o por la huella que pudiera haber dejado en mí la correspondiente moraleja sino porque en una escena tuve que salir al escenario en calzoncillos y pasé días convencido de que no iba a ser capaz. Al final me las apañé para que fuera un discreto sí pero no que puso en salvaguardia mi pudor preadolescente.

jueves, 13 de septiembre de 2018

FUTUROS NUNCA PERFECTOS


Acabó agosto y, como de costumbre antes de arrancar cada curso, cogí la bici y me alejé todo lo que un tren permite. Quiso la casualidad que el rincón que correspondía visitar este año fuese Cataluña, así que allí anduve, por toda la línea  de costa que va desde el Delta del Ebro hasta Barcelona, pedaleando durante los días previos y el propio de la Diada. El visitante no percibe hostilidad por llegar de donde llega. Las conversaciones son fluidas sobre cualquier tema que pueda salir a colación, pero del 'asunto', ni palabra. Supongo que el magma fluye por debajo de forma imperceptible para quien está de paso.