jueves, 17 de marzo de 2016

DIEGO LO HA RESUMIDO MUY BIEN

Una mañana de la primavera de 2005 suena mi teléfono.
-Sí, dígame. Buenos días, ¿es usted el padre de Diego Robledo?
-Sí, sí, soy yo. 
-Mire, soy su profesora y…
En ese momento le interrumpí. La voz de la profesora denotaba cierto desasosiego, como no sabiendo cómo abordar lo que me quería decir. Entre eso, que era la primera llamada que recibía desde el colegio y que siempre me pongo en lo peor, empecé a temblar.
-¿Ha pasado algo?
- Bueno verá -me dice con más incomodidad, si cabe-. Para conmemorar el Día de Europa, habíamos dejado en cada pupitre una bandera europea. Cuando he llegado a clase he visto que había una en mi mesa y que a Diego le faltaba la suya. Le he preguntado que por qué me la había devuelto y me ha respondido que su padre le había dicho que esto es una puta mierda. Quería saber si usted le dice estas cosas.
Según me va contando me voy relajando, por malo que fuese no era peor que lo que suponía, y le respondo.