jueves, 7 de enero de 2016

VAN A ACABAR CON TODO

Por aquel entonces aún había niños en Rasueros y, por tanto, los magos de oriente hacían la correspondiente parada. Pero ese año la visita rompió con todos los usos anteriormente establecidos. Pocas semanas antes, para alivio de nuestras cabezas y desgracia de los monaguillos de Mamblas y Bercial, el obispo había destinado a don Rufino a estos pueblos vecinos. A cambio de aquel cura viejo y áspero, nos enviaron a otro mucho más joven: Felipe, así, sin don ni nada, se llamaba. Como en invierno hace frío, Felipe cedió no solo la iglesia, sino también la palabra a ‘Susmajestades’. Gaspar, que se parecía muchísimo a Juan Carlos ‘el Gordo’, asió con fuerza el micrófono y desde detrás del altar mayor se dirigió a los presentes en un perfecto árabe. Hilvanó un discurso ininteligible del que se le entendió todo, no en vano con sus palabras consiguió dibujar gestos entre la admiración y la sorpresa en los más pequeños a la vez que arrancaba las carcajadas de casi todos los mayores. Pero, vaya usted a saber si era el Concilio o la recién estrenada democracia, algo había que ponía en peligro las esencias del pueblo. Al menos según el juicio de alguna de las beatas que, escandalizadas, acusaban de sacrílega la visita real. “Así-decían- sin respetar nada, van a acabar con todo”. Posteriormente sí llegó algo que acabó con todo hasta el punto de haber dejado a nuestros pueblos en el esqueleto de lo que fueron: el abandono por falta de perspectivas.