Ni son horas, ni mi memoria da para recordar su nombre, ni señalar el medio en el que aparecía la cita, pero lo leí, palabra. Un cardiólogo, reputado según la revista que lo publicaba, recomendaba a los hombres invertir el orden de los factores en una cena romántica porque, en estas tesituras, sí se ve afectado el producto. Afirmaba el galeno que la sangre es la que es y, siguiendo el patrón clásico, no puede atender a tanto requerimiento. La digestión, ale, sangre ‘pallá’ obliga a un ímprobo esfuerzo a nuestro organismo. El sexo posterior, sangre ‘pacá’, reivindica su cuota alícuota, y así, como el ejercito nazi peleando en Stalingrado y solicitado por Normandía, nuestro cuerpo termina encallando. Infarto, que lo llaman. La solución pasa por armonizar tanto afán, por dejar de lado el guion convencional y dedicar el primer rato de la cita al sexo. Una vez concluida la sesión, la sangre vuelve a su sitio y está dispuesta para pelear en la siguiente batalla, la de digerir los alimentos de la cena. Baile, copita y a dormir. Ya digo, según el cardiólogo de cuyo nombre no consigo acordarme.
Blog sin más pretensión que la de poner un poco de orden en mi cabeza. Irán apareciendo los artículos que vaya publicando en diversos medios de comunicación y algunas reflexiones tomadas a vuelapluma. Aprovecharé para recopilar artículos publicados tiempo atrás.