viernes, 19 de agosto de 2005

EUROPA COMO OBJETIVO

Cuentan que hace mucho, antes incluso de que mi madre aprendiese a rezar el rosario, el emperador Calígula invistió a su caballo Incitatus con el ropaje de cónsul. El martes, mientras mi madre seguía manoseando las cincuenta cuentas, los americanos eligieron a su caballo como emperador. Cuatro años más de relinchos y alguna que otra coz sufriremos los que no teníamos capacidad de elegir. En tanto, mientras aparentan soliviantados, los jerarcas eclesiásticos de la Hispania sonríen para sus adentros al vislumbrar las sombras que se emanan desde el centro del centro del imperio: los cimientos de una antirrevolución apocalíptica.