lunes, 2 de diciembre de 2002

LA GATA FLORA

¡Qué difícil es ser presidente.! Cuánta ingratitud acarrea implícita el desayuno del poder. Si acudes a la inauguración de cada uno de los raíles del AVE, semental de progreso, se desencadena una tromba de descalificaciones. Que si hacemos política de florero, que si nos gusta más la portada de un periódico que un partido de tenis de la Kournikova. Pero ¡Ay si les haces caso!. Si se la metes gritan y si se la sacas lloran.

Recién levantado, el espejo responde a mi mirada con la sonrisa carismática de un líder mundial y, magnánimo, resuelvo hacerles caso. Hoy no seré fotografiado. Les cedo a esos socialistas la portada de los periódicos de mañana. Ni yo ni ninguno de mis ministros, ni mi padre Fraga. Despacharé con ellos y les ordenaré que se repartan el trabajo: tú y tú a cazar a Aranjuez a la finca de nuestro aristócrata amigo, tú te tomas el día libre y te vas a  Doñana, tú al Pirineo.

¡Vaya!. Suena el teléfono. ¿Cómo? Un petrolero ha naufragado y está a punto de producirse una tragedia social, ecológica y económica. De ésta no me pilláis. Me quedo en casa. ¿Protagonista yo?. Tururú. Soy un hombre de firmes convicciones y cuando digo no, es no. Decido no acudir a Galicia y las flechas de la antiespaña intentan humillarme. Llamo a Fraga y le digo que se ponga al pie del cañón y me responde: yo ya estoy en el Tajo, de pesca.