martes, 20 de mayo de 2008

EL ROBO DE LA POLÍTICA

La sociedad es un cuerpo móvil, los diagnósticos sociales son, por tanto, como la fotografías: retratan un espacio concreto en el instante preciso en que se tomó, ni lo que antes hubo, ni lo que después habrá. Y la fotografía de este preciso instante, en lo referido a la relación de la sociedad con la política, esto es, la participación en las decisiones que afectan al modo en que la sociedad se organiza, muestra una abismal separación. Un desapego cuyas causas merecen ser analizadas con detenimiento porque las consecuencias son profundamente nocivas. Es menester adentrarse en el estudio de las causas para incidir en ellas y dar un viraje de 180º hasta conseguir que la sociedad, el conjunto de la población de cada espacio físico, sea consciente y consecuente con las decisiones que se toman que afectan al conjunto del que formamos parte y siendo parte afectada, es un ejercicio de responsabilidad implicarse y no el depositar sin más una delegación.

Pero en esas estamos y eso es lo que se ve en la fotografía, hemos restringido el valor de la democracia a una sucesión de páramos de pasividad de cuatro años de extensión. Y, entre uno y otro, el ejercicio de un voto como único elemento activo. Mientras, desde la calle, se habla con desdén de todo lo que huela, siquiera tangencialmente, a política. Hasta el punto de haber convertido a este sustantivo en un adjetivo de carácter peyorativo. Cualquier nombre al que se le califica de político ya está insultado. 

En vez de implicarnos en el devenir de los acontecimientos, encargamos a unas personas una labor con el objeto de que en el entretanto no nos molesten, una especie de subcontrata de gestión municipal, autonómica o estatal. Ese desapego rearma el poder de unos pocos hasta el punto de haber llegado a un estado de oligocracias alternativas entre dos grupos de poder que se instalan en el centro de operaciones de las dos grandes fuerzas políticas que se reparten el tiempo en el mando de las operaciones. Dos máquinas diseñadas para ganar elecciones. Cuando alguien de estas dos corporaciones, PSOE y PP, gimotea cual plañidera en medio de discursos en los que suplican que se ha de revestir a la política de dignidad, está mintiendo. Porque pretenden que las cosas sigan igual, que el paisaje de la foto se congele. Mientras haya ese desapego de la sociedad hacia la política les dejaremos hacer, recibirán insultos pero nos habrán robado lo nuestro, les llamaremos perros, pero les tiraremos pan. 

No hay mejor ejemplo que dos citas, una se le atribuye al dictador Franco, quien ante una petición de consejo respondió: “Haz como yo, no te metas en política”. La otra corresponde a uno que fue ministro con el anterior, Manuel Fraga, quien no tuvo reparo en afirmar que “la política es tan fea que hasta las suegras se llaman así”. Pero ninguno se apeó del burro hasta el final. O sea, ellos a mandar y los demás a callar que esto es feo y desagradable. Enmendar todo lo relacionado con lo público no es, por tanto, un error, sino un ejercicio premeditado para que el común de los mortales huyamos y les demos barra libre para que hagan y deshagan a su antojo.

La segunda causa de este desafecto es la perversa dinámica de la política como espectáculo.  Es un modelo cultural semejante al que emana de estos programas de televisión en el que los famosos lo son porque salen en televisión. Y cuanto más salen, más famosos son. La televisión da poder a quien sale en ella y en el mundo de los que gobiernan se ha creado una dinámica parecida. Cada grupo es conocido y juzgado por sus “eslóganes” más que por la labor política que desarrollan, las cámaras están más pendientes de lo inmediato, del chascarrillo, de lo chocante, que del contenido. Nadie sabría decir cuáles son las diferencias sustanciales entre la propuesta de Esperanza Aguirre y la de Mariano Rajoy después de haber monopolizado el tiempo que se ha dedicado a la información de estos asuntos. Millones de palabras para debatir sobre la nada que les diferencia.  Todos hemos visto a Carme Chacón desfilando ante contingentes de soldados y sólo hemos leído análisis (algunos con una absoluta falta de respeto que define a sus autores)  sobre un debate que, a estas alturas,  ya parecía superado: la igualdad entre hombres y mujeres . Pero ni un renglón sobre la política de defensa que la ministra planea ejecutar. Y así hasta el infinito, los platós convertidos en escenarios políticos y los espacios “constitucionalmente establecidos” para el debate democrático, los partidos políticos, vacíos de contenido. 

La política es tan fea que la quieren exclusivamente para ellos y a nosotros nos quieren alejados.  Eso vemos en la foto de hoy, podemos colocarnos de otra manera para próximos retratos.

Publicado en "Delicias al día" en 2008