Imagen tomada de Iglesia en Valladolid |
No sé por qué, ando barruntando que jamás voy a recibir el encargo de
pronunciar el Sermón de las Siete Palabras. Ya, ya sé que no obra en mí ninguno
de los atributos requeridos, pero oye, tampoco juego a la lotería y, a veces,
cuando el fin de mes acecha con el martillo, pienso que un pellizco me ayudaría
a dar ese gran salto que lleva de la penuria a la simple pobreza. Bueno, para
eso también pienso en dejar de fumar. A lo que íbamos, dado que nunca me podré
encaramar sobre lo alto de una peana en la Plaza Mayor de la capital para este
menester, aprovecharé esta ocasión que se me brinda: