jueves, 24 de octubre de 2013

APRENDER A SER ESPAÑOL

Dos versiones de un mismo artículo, una más burra que otra.

Una noche cualquiera, Adolfo Infante paseaba con su marido por las calles de Palencia, tamaño afrenta no podía quedar impune y ya hubo quien les dio la tunda que se merecían. Denunciaron, pobres incautos, los hechos a la policía y esta emitió un informe clarificador. No fue una agresión homófoba, fue, vamos a decirlo claro, una gamberrada propia de dos alegres borrachines, Asunción, Asunción, echa otra de vino al porrón, y a mí, como  ya recordara el prócer Aznar, nadie me tiene que decir cuánto vino tengo que beber. Adolfo, como la mujer del boticario del pueblo de Gila al ver asesinado a su marido, ‘se enfadó el tío asqueroso’ y a posteriori recibió la misma respuesta que aquella: ‘Si no sabe aguantar una broma, márchese del pueblo’.