Pedro gritó por primera vez reclamando auxilio. Inmediatamente todos los vecinos acudieron a lo alto del monte de donde provenían las voces para socorrer al joven pastorcillo cuyas ovejas estaban a punto de ser devoradas por los lobos. Dejaron sus labores porque estas podían esperar, ayudar a su paisano tenía prioridad, los lobos no esperan. En sus manos llevaban los mismas herramientas con las que aventaban el grano o cavaban la tierra para utilizarlas como armas con las que podrían ahuyentar a la jauría. Pero no tuvieron que utilizarlas, cuando llegaron se encontraron a Pedro sobre el tronco de un árbol que le servía de asiento. Sudorosos por el esfuerzo y enfadados por el engaño bajaron el monte y retomaron sus tareas.
Blog sin más pretensión que la de poner un poco de orden en mi cabeza. Irán apareciendo los artículos que vaya publicando en diversos medios de comunicación y algunas reflexiones tomadas a vuelapluma. Aprovecharé para recopilar artículos publicados tiempo atrás.
jueves, 7 de junio de 2012
DISCURSOS CON KETCHUP
La
sabiduría popular a veces acierta de pleno, por ejemplo cuando utiliza
indistintamente los conceptos 'rápida' y 'basura' para referirse al mismo tipo
de comida. En realidad siempre supimos que las cosas llevan su tiempo, aunque con
las prisas tendamos a olvidarlo. También el acervo popular nos recuerda que el
saber no ocupa lugar, aunque calle que para adquirir ese saber se necesita,
también, tiempo.
Ambas
sentencias se cargan de razón cuando analizamos el lenguaje con el que se
dirigen a nosotros quienes ocupan las cimas del poder, tanto monta, político o
económico. No sé si son arrebatos de nostalgia o simple incapacidad para
comprender este mundo en que nos hemos sumido. Lo cierto es que cuando les
escucho, me siento como Ignatius J. Reilly, el protagonista de la novela de
John Kennedy Toole 'La conjura de los necios'. Esos discursos huelen a funeral,
al menos yo no soy capaz de rescatar espigando entre esa retórica hueca alguna
que tenga vida. Sus argumentos dependen del papel asignado por las urnas,
gobierno u oposición, siendo perfectamente intercambiables entre unos y otros.
En sus
enunciados anudan de forma aleatoria eufemismos y vaciamientos. Por un lado,
envuelven en el celofán de las palabras los términos con los que nos aporrean,
como si por decirlo de forma más suave la cruda realidad se hiciera menos
indigesta; pero por otro, corroen, a fuerza de manosear, el contenido de unos
vocablos que en su día evocaron hermosas aspiraciones. La democracia o la
libertad son, en su boca, perritos calientes que se expenden por doquier.
Mi cara,
entonces, refleja de forma inconsciente un rictus mohíno. Imagino una mano por
detrás que les indica lo que tienen que decir y lo dicen aun sin entenderlo.
Porque si lo entendieran sabrían cómo transmitirlo. Serían personas que habrían
dedicado tiempo y esfuerzo para formarse una voz propia, para adquirir su
saber. Sus palabras,entonces, no serían de hamburguesería.
Publicado en "El Norte de Castilla" el 7-06-2012
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