lunes, 19 de mayo de 2014

YO, TARZÁN; TÚ, JANE

Los ingredientes eran escasos: unos pocos verbos sin conjugar, un puñadito de sustantivos y algún pronombre. Suficiente material para que Tarzán pudiera comunicarse con los humanos, amén de arrancar las sonrisas de varias generaciones de niños. Ese uso primario del lenguaje puede servir para salir del paso, para transmitir una información básica, pero poco más. Si lo que se pretende es transmitir un sentimiento profundo, una información compleja o aportar matices sobre cualquier tema, necesitamos el cemento con el que amalgamar las palabras para construir oraciones. Ese ungüento se forma, en buena medida, con las preposiciones, esas palabras modestas, sin apenas valor cuando las tomamos fuera de su contexto. Busco en el diccionario la definición precisa (palabra invariable que introduce otros elementos de la oración) y pienso que el Valladolid de esta temporada ha sido un equipo sin preposiciones, un equipo cuyo juego colectivo no ha pasado del ‘Yo, Tarzán; tú, Jane’.