lunes, 24 de septiembre de 2012

EL AZAR Y LA SORPRESA

Un puñetero segundo, un maldito centímetro, separan lo intrascendente de la tragedia. El mismo hecho puede servir para enriquecer la colección de anécdotas o marcar el inicio de nuestra desgracia. No ocurre con frecuencia, pero todos podemos recordar algún instante eterno que pudo haber cambiado definitivamente nuestro destino. Lo peor es que esa minucia que sirve de frontera no está, a menudo, en nuestras manos. Woody Allen, en Match Point, lo planteó de forma nítida: un asesino se puede convertir en un millonario felizmente casado o terminar sus días en la trena. Un anillo lanzado al agua toma la decisión. Jaime, el portero pucelano, falló estrepitosamente la semana pasada. Costó un punto y, por ello, fue sometido a un juicio sumarísimo. Le perseguirá cada vez que el Valladolid eche de menos ese puntito. Un error del mismo rango del portero del Atlético de Madrid no resta nada a su equipo,; consecuencia, se olvida tras el pitido del árbitro. El joven Courtois no tendrá que dar explicación alguna.