Es más fácil sobresaltarse cuando
un toro empitona a un torero que cuando es este el que alancea al animal. Es
más fácil porque no exige ningún esfuerzo entender el sufrimiento de quien
padece como tú, sin embargo, comprender el dolor del que es diferente obliga a
salir de nuestro instinto para acercarnos a su realidad. De esta manera, para
disfrutar de una corrida de toros hay que olvidar la situación en la que se
encuentra el animal, porque quien empatiza con el dolor del toro desangrado no
puede sentir aprecio por la persona que le ha puesto en ese trance.