viernes, 25 de octubre de 2019

¿A DÓNDE VA EL BUS?


Debe de ser que no me entero, que existe algún sobreentendido del que todo el mundo está al corriente menos yo. El caso es que en multitud de temas de debate político y social no sé, más allá de obvias vaguedades, qué es lo que se pretende, no sé a dónde queremos llegar. Observo y veo a seres extraños discutiendo sobre quién está más facultado para conducir el autobús pero sin respondernos cuando preguntamos que hacia dónde lo quieren llevar. 
Escucho, y dicho con prosopopeya como para aparentar conocimiento, con formas rotundas como para mostrar seguridad, qué medidas tomaría cada cuál; pero, insisto, no estuve pendiente en el momento en que se explicaba el ‘para qué’. De esta manera, las retahílas de propuestas, ellos dicen ‘soluciones’, se me antojan tan absurdas como la lectura de una guía de teléfonos.
Da igual si me pongo las gafas de cerca. Vaguedad: urge acabar con la despoblación. Huecas declaraciones de intención: ‘será nuestra prioridad’, ‘invertiremos en’. Listados de medidas sin más: ‘la cobertura telefónica llegará hasta el último rincón y tal y tal’. ¿Qué me está contando? No, por favor, antes de nada diga cada cual qué entiende por ‘acabar con la despoblación’. ¿Intentar -por dios, por dios, por dios, qué cosas- que se mantengan vivos todos los pueblos? ¿Pretender que se asiente la población en lo que podemos denominar como cabeceras de comarca, en las capitales de provincia y poco más?