domingo, 22 de mayo de 2022

AHORA JUGAMOS DOS DÉCIMOS DE LOTERÍA

De niños aprendimos que, jugando, el tiempo vuela cuando, casi sin habernos enterado, se nos había echado la noche encima y tenía que venir alguna madre a ponernos punto final mediante alguna pregunta capciosa: '¿no tenéis casa?' o '¿no os cansáis de la pelotita?'. Otra cosa era estudiando, ahí los minutos se atrancaban, les costaba moverse. Nos quedamos con ese aprendizaje: de mayores, jugando, tenemos la misma sensación de celeridad temporal. La cabeza se libera, parece cómoda y se olvida del contexto que rodea. Mientras los que, con algún interés, observamos desde fuera que vivimos en la angustia de lo que puede suceder, de lo que ocurre en otros lares y nos afecta, los protagonistas son capaces de centrarse en el partido sin mayor cortapisa que la dificultad del partido en cuestión. Es más, en lo que nos mordemos las uñas, ellos parecen vivir con tranquilidad las vicisitudes del juego.