jueves, 2 de noviembre de 2017

JUEGO DEL PAÑUELO

Rasueros
Antaño, a las escuelas públicas de Rasueros las llamábamos ‘de José Antonio’, pero no estaban dedicadas al fundador de la Falange sino a uno de sus miembros ilustres, el que fuera Gobernador Civil de Ávila entre el 57 y el 66 del siglo pasado, José Antonio Vaca de Osma. Un nombre que nada nos decía a quienes allí nos desasnábamos. Y eso que el ‘prohombre’ tenía dedicada también la plaza donde se encuentra situado el ayuntamiento. Doblemente dedicada, pues además del nombre, en la plaza existía un pilar sobre el que reposaba un busto del tal Vaca de Osma.

Días antes de las fiestas de mi pueblo, el busto desaparecía de su emplazamiento habitual. Alguien se lo llevaba. El hecho casi se había convertido en tradición. Desde el ayuntamiento trataban de vigilar aunque fuera con el rabillo del ojo, de forma que se establecía una especie de juego ‘del pañuelo’. Unos años se adelantaba alguno de los rapaces; entonces, durante los días de celebración, la estatua vivía en alguna peña. No debía pasarlo mal, se le daba de beber y todo. Cuando volvía la normalidad, el busto recuperaba su sitio en la plaza hasta el año siguiente. Algún otro, los munícipes tomaban la delantera, guardaban el busto en dependencias municipales y dejaban a la mocedad con un palmo de narices. Una disputa más por fines etílicos que políticos. Hasta que un año la estatua desapareció pillando a todos desprevenidos. Tiempo después se supo que Juan se adelantó, cogió el busto y lo tiró a un pozo donde, oxidado y rodeado de ovas, debe de seguir.

Pienso en esta historia en apariencia insignificante cada vez que parece remitir ‘el asunto catalán’. Ahora, tras la aplicación del 155 y la convocatoria de elecciones da la sensación de que el conflicto ha bajado unos grados y volvemos a una situación de normalidad, como cuando se acababan las fiestas y la cara repeinada del prócer retomaba el sitio sobre el pilar. Pero llegarán otras fiestas, no hay artículos en la Constitución que cambien los sentimientos, y el conflicto volverá a aflorar año tras año en una serie de ‘preparados, listos, ya’ -oído alerta, piernas preparadas para el esprint- que irá dando inicio a sucesivos juegos del pañuelo. Hasta que Juan, signifique esto lo que signifique, coja el busto, lo tire al pozo y deje a los del Ayuntamiento preguntándose que cómo fue que se quedaron sin estatua.


Publicado en "El Norte de Castilla" el 02-11-2017

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