Hubo un tiempo en que las guerras
se parecían demasiado a la sátira de Gila. Moría gente, pero todo con un orden.
Estaba definido el día, la hora y el campo de batalla. Otra cosa eran las
invasiones bárbaras que llegaban en oleadas y arrasaban lo que pillasen por
medio. En la guerra clásica, sin embargo, se respetaban los tiempos y las
formas. La modernidad acabó con todo eso. Había que ganar y para conseguir ese
objetivo las sutilezas siempre son obstáculos.
En el tratado ‘De la Guerra’, Carl von Clausewitz afirma que estas son "la continuación de la política por
otros medios". Pues bien, el arte contemporáneo se ha encargado de
retorcer la realidad hasta invertirla, ahora los gobiernos occidentales han
desdibujado la política hasta reducirla a una continuación de la guerra por
otros medios. Seguimos con von Clausewitz: “La guerra constituye un acto de
fuerza que se lleva a cabo para obligar a un adversario a acatar la voluntad
del otro”. No me digan que hoy la política no es eso.