martes, 14 de marzo de 2023

EL FUTURO NO ES AYER

Bien al ladito de mi casa empiezan o terminan, siempre según se mire, las ciclovías de Isabel la Católica y la Avenida de Burgos. Dado que me muevo en bici por esta ciudad desde antes de que Ramón Tamames dejara Izquierda Unida, son miles los kilómetros que he recorrido por esas calles, antes y después, con coches pegados al culo o separadito de ellos por unos simples bolardos. Para mí, mejor ahora, por ser de ‘los de la bici’ y, sobre todo, por la incipiente vejez que me va encasquillando las piernas, ralentizando los reflejos y enmudeciendo la osadía.

Escucho quejas porque ‘han quitado espacio al coche para ofrecérselo a las bicis’. Parece obvia la ilación: ambas cosas han ocurrido. Afinando un poco, puede que la relación no sea tal, o al menos no en ese orden. Visto así, el carril bici es una excusa. Para insertarlo, si formara parte del plan, existirían trazas alternativas. Para ocupar el espacio vacante hubiera servido un sembrado de amapolas, pero sería más caro. El empeño prioritario consistiría en limitar el uso del automóvil. Por ahí transita la dinámica de los tiempos, cada vez toleramos menos los efectos del coche: el ruido, la contaminación, la estrechez, la fealdad…; cada vez existirán más límites para el empleo de combustibles fósiles.